miércoles, 18 de febrero de 2009

Matemáticas

Señoras y señores por fin llegan las matemáticas. Solo pido un poco de paciencia porque es la primera vez que utilizo esta herramienta y mi habilidad es limitada. Aquí sencillamente construyo una perpendicular y por supuesto, utilizando solo los axiomas que dieron origen a este blog. De momento sin sonido pero vamos a ver si sale. Atención. Primer experimento. Señorita geometría la amo.





Tómese esto como un somero apunte. Pero ¿ Sabéis lo que puede venir
después ?.


jueves, 5 de febrero de 2009

Cita

Antes de nada quiero disculparme con mis virtuales lectores por no haber publicado una entrada desde el pasado mes de octubre. También les agradezco el haberme recordado el dinamismo, regularidad y flexibilidad que todo buen blog debe tener. En efecto un cuaderno de bitácora narra las vicisitudes de un viaje.

En mi descargo solo puedo decir que la intención inicial era la de aproximar a los lectores el mundo de las matemáticas. Mostrando, de alguna manera, los fundamentos, sutileza y belleza que muchos de sus procedimientos entrañan. Esto obliga a utilizar ciertas técnicas y lenguajes que el propio formato de blog limita y buscar estrategias eficaces supone un considerable gasto de tiempo y energía de los que no siempre se dispone.

En cualquier caso y en virtud de la flexibilidad temática, sin perder de vista lo comentado en el párrafo anterior, cito a continuación, como homenaje a mis compañeros de trabajo, un párrafo de Herman Melville que encontré en la traducción de Moby Dick realizada por Juan Gómez Casas y que se ajusta, a mi entender, a la lamentable situación por la que atraviesa la educación en esta Comunidad Autónoma.

Porque, al margen de cuál pueda ser la superioridad intelectual de un hombre, nunca puede llegar a adquirir la supremacía efectiva sobre los demás sin la ayuda de ciertas argucias y maquinaciones externas, que son siempre en sí mismas bajas y mezquinas. He aquí por qué mantiene Dios apartados de los concilios mundiales a los auténticos Príncipes del Imperio y reserva los mayores honores de la tierra a hombres que se hacen famosos, más a consecuencia de su infinita inferioridad en relación a un recatado puñado de elegidos que por su indudable superioridad sobre el muerto nivel de las masas. Tales grandes virtudes anidan en esas nimiedades cuando las animan radicales supersticiones políticas, que en el caso de algunas monarquías han llegado a polarizar el máximo poder en la idiotez más absoluta.