jueves, 19 de noviembre de 2009

Hotel Existencia




El hotel Existencia es un lugar utópico en el que a toda persona, con vida interior, le gustaría estar. Esto lo dice Harry Brightman, uno de los protagonistas de la estupenda novela de Paul Auster, paradójicamente titulada Brooklyn Follies.

Hace unos dos mil trecientos treinta y cinco años, en Alejandría vivieron un grupo de personas dedicadas a estudiar, ordenar y perfeccionar todo el conocimiento que habían podido recopilar sobre la Matemática de Eudoxo, Teeteto y toda la sabiduría procedente de egipcios ,caldeos y pitagóricos. Estos fueron Euclides y su escuela que desarrollaron, supongo que no sin cierto placer, trece papiros, que titularon "Los Elementos". Este esfuerzo dio lugar al primer método axiomático conocido; no solo relevante por su meticulosa y ordenada composición sino por el, tal vez , descubrimiento de su poder heurístico o lo que es lo mismo, por la capacidad de generar nuevos conceptos e ideas mediante el mismo procedimiento metódico. Prótasis o enunciación de la proposición. Ekthesis o establecimiento de los datos conocidos. Diorismós o asentamiento de lo que se quiere probar. Kataskeué o adición de conocimientos que ayudarán a la demostración. Apódeixis o proceso de demostración riguroso, y por último Sympérasma o conclusión que remite al enunciado y justifica a lo probado.

Seis siglos más tarde y tras varias destrucciones, la biblioteca de Alejandría volvería a ser salvaguarda y foco del conocimiento y el progreso de "La Humanidad", como su gran faro parecía querer anunciar, al margen de fanatismos primero religiosos y después políticos y de nuevo religiosos. Y así ha ido transcurriendo la historia, alternando construcción y destrucción, sin entender que las elipses y los conos y las esferas, ya estaban aquí en el mundo platónico antes de ser descubiertas y que quien no quiso verlo no mereció el placer de saborearlo. Las verdades son eternas y universales.

Así que, mientras unos se pelean por controlar el destino de los demás y utilizan como excusa la ética aristotélica y las causas, en principio legítimas, para luego tergiversarlas y conseguir intereses espúreos, otros piensan como pueden modelizar o predecir las turbulencias de fluidos como el aire, el agua o el petróleo, labor que no deja de ser muy agradable en buena compañía y además da hambre.